He aquí un artículo publicado por la página El Mundo y escrito por Juan Bonilla, donde habla muy certeramente de cómo el poeta es el patólogo forense que descuartiza con sus versos el cuerpo muerto de aquel cadáver de quien se habla en su obra. Y como si fuera poco realiza la autopsia de ese cuerpo inanimado que para el lector es un misterio. Este artículo es el perfecto enlace para el tema de este blog. El siguiente lee así:
"No sólo porque se canta lo que se pierde, no sólo porque al fin y al cabo leer es entablar una conversación con los difuntos.No sólo, en fin, porque como dijera Eliot todo poema es un epitafio y escribir poemas es practicar la ouija, rescatar la voz de un muerto: José Luis Piquero da un paso más allá y bautiza Autopsia la recopilación de sus tres libros de poemas. El poeta, pues, como forense que aplica su bisturí sobre un cadáver que también le pertenece, explora lo que es experiencia propia para exponer sus resultados en informes que hacen referencia al cadáver de un extraño, pues todos los cadáveres se parecen.
De los tres libros de Piquero, sólo el último, Monstruos perfectos, fue medianamente visible. Los anteriores aparecieron en ediciones confidenciales. Ello ha ayudado a que no se le otorgue la importancia que merece, y que a partir de la publicación de Autopsia en DVD será irremediable.
Se trata de una poesía caliente y sincera, ajena a jueguitos más o menos plausibles del ingenio y la inteligencia, llamada a ponderar la experiencia poética como testimonio vital y elegiaco (y la elegía, otro género fúnebre, no deja de ser siempre un canto de amor a la vida). Es en las composiciones de largo aliento, a riesgo de cometer excesos de discurseo o presentación de anécdotas baladíes, donde Piquero sienta las bases de su poderosa poética, sometiendo la experiencia a esa exploración forense que tan bien queda declarada en el título del libro.
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A pesar de la crudeza con que aquí y allá el poeta documenta su pasado, nada por el fondo de su palabra una contenida ternura emocionante que sabe escapar de las garras de la cursilería: una especie de agradecimiento atesorado por quien maneja el bisturí hacia aquel cuerpo ya sin latido en el que aún se reconoce y que le va susurrando la ignota y milagrosa materia de sueños, miedos y pasiones de la que estamos hechos.
Al fin, la experiencia que el poeta como forense comparte conmociona: no es complicado verse reflejado en esta Autopsia, y al cabo cerciorarse de que el cadáver que se está examinando también es el nuestro. Tampoco es arriesgado declarar que Piquero es uno de los más intensos poetas de la hora presente. Ojalá que, a partir de esta vigorosa Autopsia, la visibilidad de sus libros sea comparable a su espléndida energía."
El artículo fue tomado de la siguiente direccion electrónica: http://www.elmundo.es/papel/2004/12/13/cultura/1730929.html
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